
Una de las formas más habituales que tenemos las personas de pensar, es utilizando el lenguaje. Es el llamado pensamiento digital. Esta capacidad es asombrosa y nos permite grandes proezas, pero tiene asociado un precio que sería interesante que tuviéramos presente: las trampas del lenguaje.
Richard Bandler y John Grinder, creadores de la PNL (Programación Neurolingüística), en su libro “La estructura de la magia”, afirman que “si utilizas el lenguaje para estructurar el mundo y resulta que cometes un error “gramatical” en la forma como ejecutas este proceso, tu mundo puede quedar empobrecido y tus posibilidades de actuación mermadas”.
¿Por qué muchas personas que quieren ser más felices se enrocan en la búsqueda de ésta y no logran conseguir resultados satisfactorios?
Todo depende del uso del lenguaje que empleamos para darle significado. La felicidad es un proceso, no una “cosa”, pero si nos aplicamos preguntas como: ¿qué es la felicidad?, estamos nominalizando este proceso. Esto es no es “ni más ni menos” que una trampa. Una trampa lingüística!!!
“La felicidad” no es una “cosa”, pero en esta frase la estamos considerando una “cosa”. Técnicamente a este error del lenguaje lo llamamos “nominalización” y consiste en transformar un proceso en una cosa.
Ser feliz es un proceso, algo que sucede, la felicidad es una nominalización de ese proceso. Nuestra mente, a través del lenguaje, transforma algo que acontece en el tiempo, algo que es un proceso, en un nombre, en una cosa… pero esa cosa no existe como tal más allá de nuestra representación lingüística.
No encontrarás respuesta a “qué es la felicidad” por este camino dado que, de entrada, estás planteando mal la pregunta.
Sería mucho más útil que dijeras: ¿Qué es ser feliz?, o ¿en qué consiste ser feliz?, o ¿a quién podemos considerar como a una persona feliz?.
Cometemos el mismo tipo de error si decimos: la tristeza, el despido, o la depresión. Nominalizamos un proceso.
Estar triste, que te despidan, o estar deprimido son procesos. Al transformarlos en nombres nos atrapamos de manera innecesaria. ¿Puedes poner “la felicidad”, “la tristeza”, “el despido”, o “la depresión” en tu bolsillo? No, no puedes. Entonces estás nominalizando.
Si inviertes el proceso y dejas de referirte a estos procesos como si se tratase de cosas, verás que automáticamente te abres a más opciones de actuación.
Felicidades! Me encanta tu blog. Pequeñas perlas que sí se pueden guardar en el bolsillo para tenerlas siempre presentes
Toda pregunta lleva una respuesta implícita.
Excelente Juanfrart.