
En estos últimos días he vivido una de esas experiencias ricas y transformadoras que me reafirman en la dirección que voy marcando acerca de mi proyecto. Como profesional del desarrollo personal me despiertan un enorme interés el trabajo con las emociones, como ya he podido mostrar en algunas mis entradas anteriores. Para mí las emociones son aquellos estados internos que los seres vivimos con la intención de provocar respuestas adaptativas útiles para su supervivencia, es decir: para su socialización.
Nos seguimos desarrollando en el ciclo de la vida con el complemento que nos aporta el hacernos «un lugar» entre los miembros de nuestra especie y sus costumbres sociales en que vamos ocupando parcelas. ¿Qué tiene que ver esto con las emociones? Es muy sencillo, a la vez que vamos aprendiendo a comunicarnos a través de las emociones (siempre como un vehículo de doble entrada, esto es: con el enfado muestro una intención a quienes me rodean, así como ellos responden a mi conducta), vamos asimilando patrones, formas de comportarnos, formas de estar en el mundo, preferencias, opiniones y juicios, etc., todo ello acompañado de una carga emocional.
Nuestro mapa emocional es un vehículo importante en el procesamiento de nuestra realidad.
«Creo que ha llegado el momento, pero estoy muerta de miedo…»
Una sabia persona a la que la vida me ha puesto delante por alguna razón, tuvo para mí el detalle de compartir el proceso de su nueva vida. «Ha llegado el momento, la energía me desborda. Quiero hacerlo, pero estoy muerta de miedo»…comenta esta persona.
¿Te ha ocurrido alguna vez algo así?, ¿alguna vez has percibido esa energía que te tiene ya preparada para ponerte en marcha a conseguir aquello que quieres pero en cambio frenas porque algo te limita?, ¿has tomado conciencia de que el miedo es la principal causa de estas limitaciones?
Este «compartir» tan bello de toma de conciencia o «despertar» es el itinerario común a cualquier proceso de cambio o desarrollo transformacional.
Pasa el tiempo, nos vamos acuartelando en nuestras trincheras hasta que llega el momento en que ese impulso, energía o motivación nos empuja a que sigamos explorando qué hay más allá de dicha trinchera, aunque no sin resistencias, ya que podemos estar en la creencia de que mas allá puede estar el enemigo. Pero nada más lejos de la realidad, lo que te aguarda mi querida amiga, no es un adversario sino una nueva conquista en TU VIDA.
MUY INSPIRADOR JUANFRA, SALUDOS